sábado, 11 de mayo de 2013

Me encuentro frente al computador sin tener idea de lo que voy a escribir. Mis dedos, suavemente, se deslizan por el teclado de este y de pronto tu recuerdo aparece en mi mente. Quiero escribirte, me da miedo pero empiezo a hacerlo. Deseo decirte que te quiero, que te extraño, pero dadas las circunstancias ni puedo fingir ser tu amiga. Morir por verte, darte un abrazo y explicarte todo cuanto antes pero de frente. Una llamada nos acercó, hizo que nos dijéramos las cosas sin preocupaciones pero ya era demasiado tarde. Te dije que en su momento, moría por ti, no le diste importancia y dejaste que siguiera hablando. Luego, de unos segundos de completo silencio, simplemente mencionaste que me querías y que todo estaba de cabeza, que tu no querías que hubiera sucedido así pero tienes razón, yo tomé una decisión y por nuestro bien, para dejar el drama a un lado. Para que la gente ya no se metiera en nuestras vidas. Es difícil aceptarlo, pero te quiero ahora como un amigo y tú, tan orgulloso como siempre, esperas a que yo te hable, a que yo te busque. Pero, amigo mío, esos días se acabaron. Soy feliz con la decisión que tomé, no me arrepiento en lo absoluto. Solamente espero que algún día seas esa persona alegre y segura de sí misma de la cual yo me enamoré, y que encuentres a alguien a quien en serio le puedas dar tu amor, sin duda alguna, sin restricciones. Hazlo por mí, pero antes que nada, hazlo por ti, mereces ser feliz, aunque tú no lo quieras ver así.